jueves, 6 de septiembre de 2007

Con aires de copla, harina y albahaca

Cada febrero se festeja en distintas ciudades del norte agentino el conocido carnaval, el cual posee rasgos distintivos de acuerdo a cada región. Por lo general los elementos empleados para la celebración son: el agua, bombitas llenas de agua o de otros "condimentos", si lo que se pretende es causar dolor. Pero en La Rioja, este acontecimiento posee una magia singular, iniciándose desde el nombre que recibe, "Chaya". Este término proviene de los anscestos riojanos, los diaguitas. Según cuenta la leyenda, una hermosa indiecita, al sufrir el amor no correspondido del nativo más codiciado de la tribu, Pujllay, decide escapar rumbo a las montañas, donde se convierte en nube y aparece en forma de rocio. Por ello se le atribuyó el nombre "Chaya" que significa rocío de agua. Pero aquí no termina la historia. Pullay, al no poder estar en brazos de su amada por desición de los padres de la joven, se resigna a olvidarla sumergiéndose en seductores burdeles, donde muere quemado al acercarse ebrio a una fogata. En homenaje si se quiere a este hombre, se quema un muñeco al finalizar el carnaval. La Chaya tambien tiene su ritual. A diferencia de otras costumbres, se utiliza harina, albahaca, agua, témpera para arrojarse unos a otros, mientras se escuchan vidalas y el himno de este carnaval, escrito por un legendario vidalero: Chacho olivera.

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